En español nombramos a los diseños de muchas maneras. Hablamos de objetos cuando queremos aludir, de manera formal, a las características que dan identidad o unidad material a las cosas, que a su vez es el modo general de referirnos a lo inanimado (en oposición a los seres vivos, particularmente los humanos). Sin embargo, le decimos <
Las cosas son también útiles o utensilios, términos menos comunes pero más apropiados para hablar de los objetos a los que nos referimos como diseños. Un utensilio es un objeto que sirve para el uso frecuente, y que un objeto sea un útil es su principal atractivo.
Otros modos de nombrar los útiles son los términos: instrumentos, para designar los utensilios manuales que facilitan operaciones mecánicas, sobre todo en las artes y los oficios (el laboratorio, la clínica, el taller del artista, etc.); herramientas, que se refiere a los útiles específicos con los que se realiza una tarea y que son de uso común en la fábrica o el campo (incluso en actividades de poca importancia pero productivas); o bien equipo, que denota la combinación -provechosa para la transformación y la manipulación de un material- de instrumentos, herramientas, máquinas y utillaje en general (precisamente, la reunión de útiles necesarios para una industria o actividad). Producto es otra manera bastante común de nombrar a los objetos en los ámbitos industrial y comercial.
Un poco más específicos para ciertos ambientes, pero igual de generales a efecto de nombrar los diseños, son los términos populares de chismes, chivas, chunches, trastos, tiliches, cachivaches y cacharros. Existen también los vocablos relacionados con los objetos de una actividad especial y aquellos característicos de una familia de útiles: atalajes o ajuar (muebles, ropa y utensilios de uso común), arreos, guarniciones, pertrechos, vituallas o impedimenta, menaje o moblaje, trastes, chirimbolos, vajillas, cacerolas, cristalería, recipientes, blancos, etcétera. Dentro de cada familia extensa de tipos hay a su vez muchas subagrupaciones y modos de nombrar los objetos según el contexto y la apariencia; por ejemplo, refiriéndonos a la ropa, sin especificar la prenda, hablamos de vestido (forma común), vestimenta (forma culta), harapos o trapos (despreciativa y a veces muy descriptiva), indumentaria (académica), atavíos (técnica), guardarropa, prendas, paños, trajes, atuendo…
También al diseño lo llamamos obras, construcciones o edificaciones cuando nos referimos a los inmuebles; incluso decimos servicios o instalaciones cuando aludimos -sin especificarlos- a los numerosos objetos que se reúnen para ofrecernos esos ciertos servicios (urbanos, habitacionales, sanitarios) a través de instalaciones (eléctricas, hidráulicas, de seguridad, etcétera).
Enseres, artificios o artefactos (una obra mecánica hecha con artes) y artilugios (un mecanismo artificioso pero poco perfeccionado o de uso provisional) ocupan un lugar especial como vocablos <
Otra modalidad para aludir al diseño consiste en dar nombres diferentes a cada período en la vida del objeto. Decimos que es un concepto o un proyecto cuando aún está en la etapa de creación intelectual; un modelo o un prototipo cuando se le confronta en pruebas o al juicio de un usuario probable; una novedad cuando se trata de un invento, una innovación o una nueva adaptación tecnológica, o bien cuando entra por vez primera en la circulación mercantil; una curiosidad cuando en la esfera del intercambio no alcanza la categoría de artículo de subsistencia o de prestigio; o una antigüedad cuando se recicla comercialmente a efecto de satisfacer alguna nostalgia.
Fuente: mexicandesign
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